Directorio y Colaboradores

Eduardo Palacios Urzúa

Periodista, locutor y diseñador gráfico
Presidente de Fundación ENOC

Eduardo conoció la visión que inspira a Fundación ENOC a fines del año 1979, cuando comenzó a participar en grupos de oración. Dos años más tarde, asumió la conducción del grupo de jóvenes de esta institución, con quienes se realizaban seminarios especialmente dirigidos a ellos, e integró por varios años el Equipo de Operaciones, encargado de la logística técnica de los eventos.

Desde 1981, se involucró en la labor enfocada hacia el liderazgo nacional e internacional. Fue así como en 1982 participó en el primer Encuentro Nacional de Oración, que en aquella oportunidad consideró tres jornadas continuas, y en el cual Eduardo también fue parte del coro institucional.

En 1981, fue invitado por primera vez por Néstor, su amigo y fundador de ENOC, al Desayuno Nacional de Oración en EE.UU. que se realiza en Washington DC. Desde entonces ha asistido en varias ocasiones a este encuentro que convoca a invitados de todo el mundo, e incluso tuvo la oportunidad de ser orador en una de las cenas dirigidas a Latinoamérica, donde expuso acerca de la experiencia de ENOC en Chile. Así también, ha visitado periódicamente otros países, para compartir esta visión y participar de sus propios encuentros nacionales, como es el caso de Argentina y de Perú, y otros eventos en Paraguay y Brasil.

A partir 1993, Fundación ENOC reinició los encuentros nacionales de oración, ya con una periodicidad anual, que en estos últimos años ha presidido Eduardo. Y bajo la guía de nuestro fundador, él asumió el cargo de presidente de nuestra institución, que ejerce actualmente.

Dentro de sus responsabilidades, Eduardo se ha reunido de distintas maneras junto a Néstor con integrantes del liderazgo del país. Por ejemplo, visitando mensualmente por más de 12 años la sede del Congreso Nacional en Valparaíso, para realizar reuniones ecuménicas; y en el ex Congreso Nacional, en Santiago, para tener conversaciones personales con los legisladores.

En paralelo, ha presidido diversos eventos que realizan distintas fundaciones y comisiones bajo el alero de esta misma visión, a lo cual se sumó en el último año este rol en la transmisión internacional de cada semana.

Eduardo también ha tenido una activa participación en la creación de grupos de oración, primeramente junto a la doctora Irene Ferrer, y ha recibido una formación teológica de parte de nuestro fundador, quien es doctor en Teología.

Actualmente, aparte de las labores como presidente y miembro del directorio de ENOC, Eduardo es asesor de las comisiones de Economía y Empresa y de Educación, y de la Fundación FAO, todas con el mismo propósito de inspirar con valores espirituales, basados en las Sagradas Escrituras, a quienes se desempeñan en las distintas áreas.

“ENOC es una de las partes más importantes de mi vida. Cuando conocí esta visión, me encanté con ella. La razón es el tremendo aporte que significa para el país. Primero, por la oración; estoy convencido de que es poderosa y que, a través de ella, el país se ha visto beneficiado en muchos sentidos: económico, social, político, etc. Durante las últimas cuatro décadas, sin tomar en cuenta la crisis que enfrentamos hoy, Chile creció en todos los sentidos y esto ha sido reconocido por distintas naciones. Todo esto no es casualidad; estoy convencido de que, por medio de la oración, Dios ha bendecido a este país”, comenta Eduardo.

“Trabajar en ENOC, y tener el honor de ser su presidente, ha sido una gran alegría para mí. Ver cómo los políticos de distintos pensamientos oran juntos, se dan la paz y se escuchan unos a otros, es una de las mayores satisfacciones que uno puede experimentar. ENOC ha inspirado a muchos líderes y autoridades a reflexionar acerca de Dios y, en otros casos, a profundizar la relación con el Creador. Destaco que es una visión inclusiva, donde todos se sienten acogidos, donde no hay una religión mejor que la otra, sino que juntos oramos por las necesidades y desafíos de nuestra nación”, señala. Asimismo, resalta que esta visión se ha extendido a otras naciones y que, de esta manera, “podemos aportar a otras culturas, y así lo han recibido en muchos países de Latinoamérica y también Estados Unidos”.

“Hace muchos años aprendí una frase que nunca más olvidé: ‘La oración es la fuerza más poderosa del mundo’. Todo el trabajo que realizamos en ENOC está basado en la oración; es ahí donde se construyen realidades que no existen. He podido comprobar, en todos estos años, cómo Dios responde las oraciones”, añade. “Para mí, la muestra más poderosa de la oración, la he visto en la experiencia que el fundador nos ha relatado sobre cómo comenzó él esta visión, y cómo se ha desarrollado hasta lo que tenemos hoy. Tuvo sus bases en la fe y las oraciones que realizó la madre de Néstor por su familia, la cual fue un gran ejemplo para impulsarlo en el trabajo que él realizó años después”.

Asimismo, Eduardo resalta que “la amistad está muy relacionada con la unidad, y esta con la tolerancia y el perdón, dos cualidades ligadas al amor. En estos más de 40 años, hemos desarrollado una amistad sólida dentro de las fundaciones y en este trabajo ha sido fundamental la persona de Néstor. A través de él, aprendimos el real valor de la amistad, no sólo con palabras o enseñanzas, sino con la propia vida. Él nos ha transmitido lo que Jesús enseñó a sus discípulos, como una prioridad: que fueran amigos. Por eso, tenemos un lazo muy fuerte, que no ha estado exento de desafíos. Precisamente, ese ha sido el mayor fruto, que a pesar de los muchos retos, hemos podido mantener esta amistad inquebrantable. Mi amistad con Néstor comenzó hace casi 40 años. De él también aprendí sobre las palabras de Jesús: ‘No hay amor más grande, que dar la vida por los amigos’ (Evangelio según San Juan 15:13). Un amigo es un verdadero tesoro en este mundo, y Néstor ha sido y es un gran amigo, lo cual agradezco a Dios”.

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“Ante todo recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias a Dios por toda la humanidad. Se debe orar por los que gobiernan y por todas las autoridades, para que podamos gozar de una vida tranquila y pacífica, con toda piedad y dignidad”.

1 Timoteo 2:1-2